ejército no quede acuartelado y el
beneficio sea total. Esta es la ley del asedio estratégico.
La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es
asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso
el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.
Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus
fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son
cinco veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.
Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuerzas
son inferiores, mantente continuamente en guardia, pues el más pequeño fallo
te acarrearía las peores consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y
evita en lo posible un enfrentamiento abierto con él; la prudencia y la
firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar a cansar y a dominar
incluso a numerosos ejércitos.
Este consejo se
aplica en los casos en que todos los factores son equivalentes. Su tus
fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si
tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque
sean más numerosos, pueden entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas,
tu estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces
debes retirarte y buscar una salida.
En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del
bando más grande.
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Esto quiere decir que si un pequeño ejército no hace una valoración adecuada
de su poder y se atreve a enemistarse con una gran potencia, por mucho que
su defensa sea firme, inevitablemente se convertirá en conquistado. “Si no
puedes ser fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado.” Los
generales son servidores del Pueblo. Cuando su servicio es completo, el
Pueblo es fuerte. Cuando su servicio es defectuoso, el Pueblo es débil.
Así pues, existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al ejército al
desastre. Cuando un Príncipe, ignorando los hechos, ordena avanzar a sus
ejércitos o retirarse cuando no deben hacerlo; a esto se le llama
inmovilizar al ejército. Cuando un Príncipe ignora los asuntos militares,
pero comparte en pie de igualdad el mando del ejército, los soldados acaban
confusos. Cuando el Príncipe ignora cómo llevar a cabo las maniobras
militares, pero comparte por igual su dirección, los soldados están
vacilantes. Una vez que
los ejércitos están confusos y vacilantes, empiezan los problemas
procedentes de los adversarios. A esto se le llama perder la victoria por
trastornar el aspecto militar.
Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una
operación militar, la operación será confusa.
Triunfan aquellos que:
Saben cuándo luchar y cuándo no.
Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.
Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.
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