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los nuestros,  que la secta de Epicuro es maestra de vicios, antes afirmo que está  desacreditada e infamada sin razón: y esto nadie lo puede saber sin ser  admitido a lo interior de ella. El frontispicio da motivo a la mentira, y  convida a esperanzas malas. Esto es como ver un varón fuerte en traje de  mujer: mientras te durare la vergüenza, estará segura la virtud, y para  ninguna deshonestidad estará desocupado tu cuerpo; en tus manos está el  pandero. Elíjase, pues, un honesto título y una inscripción que levante el  ánimo a repeler aquellos vicios que al instante que vienen le enervan las  fuerzas. Cualquiera que se llega a la virtud, da esperanzas de generosa  inclinación: y el que sigue el deleite descubre ser flaco, y que degenera,  y que ha de parar en cosas torpes, si no hubiere quien le distinga los deleites, para que conozca cuáles son los que le han de tener dentro del natural deseo, y cuáles los que le han de despeñar: que siendo éstos  infinitos, cuanto más se llenan, están más incapaces de llenarse. Ea,  pues, vaya la virtud delante, y serán seguros todos los pasos. El deleite,  si es grande, daña; pero en la virtud no hay que temer la demasía, porque  en ella misma se encierra el modo, porque no es bueno aquello que con su  propia grandeza padece.

Capítulo XIV

 

Verdaderamente os ha caído en suerte una naturaleza adornada de  razón: y así, ¿qué cosa se os puede proponer mejor que ella? Si os agrada  el deleite, sea añadidura de la virtud; y si tenéis inclinación de ir con  acompañamiento a la vida feliz, vaya delante la virtud: vaya detrás de  ella el deleite, y siga como la sombra al cuerpo. Hubo algunos que, siendo  la virtud cosa tan excelente, la entregaron por

esclava al deleite. Al  ánimo capaz no hay cosa que sea grande: sea la virtud la primera, lleve el  estandarte, y con todo eso tendremos deleite si, siendo dueños de él, le  templáremos. Algo habrá que nos incite, pero nada que nos compela; y al  contrario, los que dieron el primer lugar al deleite, carecieron de entrambas cosas, porque pierden la virtud, y no consiguen el deleite,  antes ellos son poseídos de él: con cuya falta se atormentan, y con cuya  abundancia se ahogan: siendo desdichados si no lo tienen, y más  desdichados si los atropella: sucediéndoles lo que a los que se hallan en  el mar de las Sirtes, que unas veces se ven en la arena seca, y otras  fluctuando con la corriente de las ondas: y esto les acontece, o por  demasiada destemplanza, o por ciego amor de las cosas. Que al que en lugar  de lo bueno codicia lo malo, el conseguirlo le viene a ser peligroso; como  cuando cazamos las fieras con peligro y trabajo, y después de cogidas nos  es cuidadosa su posesión, y tal vez despedazan al que las cazó. Así los que gozan de grandes deleites vienen a parar en grandes males, que siendo poseídos se apoderan del poseedor, y cuanto son ellos mayores es menor el que los goza, con que viene a ser esclavo aquel a quien el vulgo llama  feliz.

 

Quiero proseguir en esta comparación, diciendo que al modo que el  cazador anda buscando las cuevas de las fieras, haciendo grande aprecio de  cogerlas en los lazos, cercando con perros los espesos bosques para hallar  sus huellas, y para esto falta a cosas más importantes, y desampara sus  más legítimas ocupaciones; así el que sigue los deleites lo pospone todo,  y desprecia su primera libertad, trocándola por el gusto del vientre; y  este tal no compra los deleites, antes él mismo es el que se vende a  ellos.

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