ánimo, que es una providencia, una altura, una salud, una libertad, una
concordia y un decoro? ¿Cómo, pues, quieres haya otra cosa mayor a quien
éstas se refieran? ¿Por qué me nombras el deleite? Que yo busco el bien del
hombre, no el del vientre, pues éste le tienen mayor los ganados y las
bestias.
Capítulo X
Disimula (dice) lo que yo digo, porque niego que pueda vivir alguno con
alegría, si no vive juntamente con virtud: y esto no puede suceder a los
animales mudos, que miden su felicidad con la comida. Clara y abiertamente
testifico que esta virtud que llamo alegre no puede conseguirse sin
juntarle la virtud. Tras esto, ¿quién ignora que de esos vuestros deleites
estén llenos los ignorantes, y que abunda la maldad en muchas cosas
alegres, y que el mismo ánimo, no sólo nos pone sugestión en malos géneros
de deleites, sino en la muchedumbre de ellos? Cuanto a lo primero, nos pone
la insolencia y la demasiada estimación propia, la hinchazón que nos levanta
sobre los demás, el amor impróvido y ciego a nuestras cosas, las riquezas
transitorias, la alegría nacida de pequeñas y pueriles causas, la dicacidad
y locuacidad, la soberanía que con ajenos vituperios se alegra, la pereza y
flojedad de ánimo dormido siempre para sí. Todas estas cosas destierran la
virtud y amonesta a los oídos, y antes de admitir los deleites los examina,
y aun de los que admite hace poca estimación, alegrándose, no con el uso,
sino con la templanza de ellos. Luego si ésta disminuye los deleites, vendrá
a ser injuria del sumo bien. Tú abrazas el deleite, yo le enfreno; tú le
disfrutas, yo le gozo; tú le tienes por sumo bien, yo ni aun le juzgo por
bien; tú haces todas |
las
cosas en orden al deleite, yo ninguna. Y cuando digo que no hago cosa
alguna en orden al deleite, hablo en persona de aquel sabio a quien sólo
concedes el deleite.
Capítulo XI
Y no llamo sabio a aquel sobre quien tiene imperio cualquier cosa, cuanto
más si le tiene el deleite, porque el poseído de él, ¿cómo podrá resistir
al trabajo, al peligro, a la pobreza y a tantas amenazas que alborotan la
vida humana? ¿Cómo sufrirá la presencia de la muerte, cómo la del dolor,
cómo los estruendos del mundo y cómo resistirá a los ásperos enemigos si se
deja vencer de tan flaco contrario? Éste hará todo lo que le aconsejare el
deleite. Atiende, pues, y verás cuántas cosas le aconseja. Dirá que no le
podrá persuadir cosa torpe, por estar unido a la virtud. ¿No tornas a echar
de ver las calidades del sumo bien, y las guardas de que necesita para
serlo? ¿Cómo podrá la virtud gobernar al deleite, si le sigue, pues el
seguir es acción del que obedece, y gobernar del que impera? ¿A las
espaldas ponéis al que manda? Gentil oficio dais a la virtud, haciendo que
sea repartidora de deleites. Con todo eso hemos de averiguar si en éstos
que tratan tan afrentosamente a la virtud, hay alguna virtud, la cual no
podrá conservar su nombre si se rindió. Mientras hablamos de esta materia,
podré mostrarte muchos que han estado sitiados de sus deleites, por haber
derramado en ellos la fortuna sus dádivas, siendo forzoso me confieses
fueron malos. Pon los ojos en Nomentano y Numicio, que andaban (como éstos
dicen) buscando los bienes del mar y de la tierra, reconociéndose en sus
mesas animales de todas las provincias del orbe: míralos, que desde sus
lechos están atendiendo a sus glotonerías, deleitando los
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