disturbios y sediciones, bastará su silencio para salvar su persona.
Todos los seres participan en la vida universal, y no se perjudican unos a
otros. Todas las leyes de los cuerpos
celestes y las que regulan las estaciones se cumplen simultáneamente sin
interferirse entre sí. Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan tanto
haciendo deslizar un débil arroyo como desplegando descomunales energías
capaces de transformar a todos los seres, y en esto consiste precisamente la
grandeza del cielo y de la tierra.
El sabio pretende que sus acciones virtuosas pasen desapercibidas a
los hombres, pero día por día se revelan con mayor resplandor;
contrariamente, el hombre inferior realiza con ostentación las acciones
virtuosas, pero se desvanecen rápidamente. La conducta del sabio es como el
agua: carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella
y cautivadora; carece de forma, pero se adapta con sencillez y orden a las
más variadas figuras.
Contrólate a ti mismo hasta en tu casa; no hagas, ni aún en el lugar
más secreto, nada de lo que puedas avergonzarte.
Sin ofrecer bienes materiales el sabio se gana el amor de todos; sin
mostrarse cruel ni encabezado, es temido por el pueblo más que las hachas y
las lanzas.
La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los
pueblos.
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Tercer: Libro Clásico
Si el hombre sabio observa una conducta displicente, no inspirará respeto;
si se limita a estudiar, sus conocimientos no serán profundos. Debéis ser
siempre sinceros, fieles y actuar con buena fe. No entabléis amistad con
personas de virtud o conocimientos inferiores a los vuestros. Si tenéis
algún defecto, procurad corregirlo.
La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se
fundamenta principalmente en el respeto y comprensión hacia todos.
Se puede calificar de “hombre superior” el que primero pone en
práctica sus ideas, y después predica a los demás lo que él ya realiza.
La verdadera ciencia consiste en conocer que se sabe lo que realmente
se sabe, y que se ignora lo que en verdad se ignora. En esto consiste la
verdadera sabiduría.
Aprende a escuchar sin descanso para disipar tus dudas; mire tus
palabras, para que nada de lo que digas sea superfluo; sólo de este modo
lograrás evitar todo error. Obsérvalo todo, para prevenir los daños que
pudiera ocasionarte una insuficiente información. Controla tus acciones, y
así no tendrás que arrepentirte con frecuencia de ellas. En cuanto hayas
conseguido que tus palabras sean normalmente rectas, y no debas arrepentirte
con frecuencia de tus acciones, serás digno del cargo que ocupas.
Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía.
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