El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute
cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer
lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la
discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas
discusiones del hombre superior.
Los hombres ambicionan las riquezas y los honores, pero si no es
posible obtenerlos por medios honestos y rectos, deben renunciar a estos
bienes. Los hombres huyen de la pobreza y de las injurias, pero, si no
pueden evitarse por caminos honestos y rectos es preciso aceptar estos
males.
Los defectos y faltas de los hombres dan a conocer su verdadera valía.
Si examinamos con atención las faltas de un hombre, llegaremos a conocer si
su bondad es sincera o fingida.
Observad a los sabios para comprobar si vosotros poseéis sus virtudes.
Observad también a los perversos para meditar en vuestro interior si estáis
libres de sus defectos.
Los que controlan en todo momento sus actos, raras veces se desvían del
camino recto.
Una virtud nunca puede subsistir aislada; siempre ha de hallarse
protegida por otras virtudes.
El hombre prudente es parco en el hablar pero activo en el obrar
Cuando empecé a tratar con los hombres, escuchaba sus palabras y confiaba en
que sus acciones se ajustarían a las mismas. Ahora, al tratar con los
hombres,
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escucho sus palabras y al propio tiempo observo sus acciones.
No he conocido a ningún hombre que obrara siempre de acuerdo con sus
principios. Yo no hago a los demás lo que no quisiera que ellos hicieran
conmigo.
El que sabe mantener un porte digno aun cuando se halla entre sus
amigos, conseguirá que sus más íntimos amigos sientan un gran respeto hacia
él.
Lo único que yo ambiciono y deseo es no caer en la necesidad de
vanagloriarme por mis virtudes y por mi inteligencia, y no pregonar mis
buenas acciones.
Un hombre digno debe ayudar a los necesitados, pero no aumentar los
bienes de los ricos.
Es mejor amar la verdad que el frío conocimiento de la misma; es mejor
complacerse en la práctica de la verdad, que el simple amor hacia ella.
Estaría dispuesto a ejercer cualquier oficio si con él pudiera obtener
grandes riquezas por medios honrados; si por el contrario, para enriquecerse
debiera emplear medios deshonestos, preferiría seguir en la pobreza
dedicándome a mis actividades favoritas.
No he hallado todavía ningún hombre santo; como máximo sólo he logrado
conocer a algún hombre sabio. No comprendo cómo puede haber hombres que
actúen sin saber
lo que
hacen.
Quienes son pródigos en exceso y se entregan al lujo, |
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