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milenios como verdadera. De su estandarte se han alimentado Estados y cultos que permanecen como dueños de la verdad absoluta y que dirigen los destinos de sociedades civilizadas. Frente a este estado de terror no es la actitud pasiva la que lo hace superar sino el conocimiento de las fuentes de poder y el manejo de la información.
La muerte es la mayor portadora del terror, pues ella hace fenecer todo esfuerzo que el hombre emprende. Ella es la fuente inagotable de todo sentimiento e inspiración hacia el silencio eterno y al no retorno después de la muerte. Cuando un estado de temor acoge al hombre, al desconocer las causas, el origen o la la superación del hecho, su única protección inmediata es crear un hecho religioso para que le ayude superar el trance, desvirtuando cualquier razonamiento científico o natural.

La religión hace de la muerte su aliada, y a su vez crea a Dios como vocero de esta santa alianza. El hombre cuando carece de razonamiento, deja que los guías teológicos manejen el destino de sus vidas y los ayude a mantener en una fe que carece de todo razonamiento. Bajo este sentimiento, el hombre permanece integrado a la religión para que ésta lo conduzca hacia la existencia que supuestamente hay después de la muerte.
Es completamente irracional la existencia espiritual después de la muerte. La muerte es el fin vital de la vida. Lo único que continúa es la energía‑no‑vital y la información genética como recuerdo de una conciencia. Mientras exista intelecto, el universo existirá como entidad de sí. Cuando el hombre racionaliza su existencia temporal y reconoce que no hay vida

 

 

después de la muerte, es cuando Él se libera de todo precepto religioso y vive una vida en plenitud y armonía.
El hombre y la naturaleza son el conjunto vital del universo, ambos aprenden de sí, pero el hombre con sus ansias de superarse sondea en ella y descubre nuevas vías que lo conducen a nuevas creaciones, manipulando lo que lo rodea para conocer el universo y poder llegar a su interior y luego entender que su intelecto es el único capaz de trasformarse en el dios posible que había imaginado, para luego dejar las cosas como las encontró en el principio.
El desconocimiento de lo que sucederá con sus vidas en el diario vivir, lo lleva a entrar en un estado de inseguridad que se transforma en dependencia hacia algo intangible, ese intangible lo crea como soporte para ocultar su ignorancia hacia el estado natural en el que se va desarrollando la existencia hacia su final.
Generalmente un individuo no cambia de trabajo después de que se establece, porque ha creado a su alrededor un estado de seguridad y patrones de conducta que lo mantienen en una estabilidad física e intelectual. Todo este estado es real y lo percibe cada vez que recibe su dinero por el tiempo laborado. A través de esta dependencia planifica sus días y su existencia, a su vez tiene un concepto razonado de lo que puede y no puede lograr en su vida futura. Todo funciona bajo hechos reales dentro de la naturaleza de la vida en sociedad. Por lo tanto no puede ir al banco con un concepto de algo intangible a realizar un préstamo con la presunción de que ese intangible saldará la deuda.

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