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Cuando el ser humano no puede racionar el estado natural en que vive, se acoge al mundo de lo irracional, religioso o mágico, para poder responderle a su intelecto con algo que pueda aceptar, sin tener que recurrir al razonamiento científico.
La incapacidad de razonar científicamente es producto de la inmadurez evolutiva. Por lo tanto, aceptar al hombre como producto de Dios, y no a la inversa, es negar la existencia de la materia y su evolución.
El hecho de aceptar a Dios como fuente de todo principio, es permanecer en estado primitivo. A pesar de que las religiones se han modernizado y evolucionado, no ha podido salir de ese estado primitivo. Esta condición religiosa ha mantenido al individuo bajo un encantamiento que le ha impedido reconocerse y vivir en plena libertad frente a la búsqueda de la verdad de su existencia. Este estado permanente de creer en la existencia de algo superior a él y que rige el destino de la humanidad, lo hace vivir bajo condicionamiento emocional y tener la disposición de aceptar el razona-miento que imparten sus guías religiosos o espirituales. Y así obligarlos a desarrollar un comportamiento, de no razonar para poderlo manipular, con fines políticos, económicos o religiosos.
Las religiones han orientado a la humanidad y les ha permitido a través de ella sobrellevar la angustia existencial, a cambio de sus bienes terrenales.
El hombre primitivo, al desconocer la ciencia, crea en su imaginación identidades superiores para encomendarse y pedirle protección y a su vez rendirle pleitesía. A través de estas creencias explica los fenómenos de la naturaleza. La 

 

 

religión nace como resultado de este pensar en medio de la evolución de la humanidad.

Con el correr de los siglos la religión se entroniza y se convierte en un instrumento controlador de costumbres sociales y un instrumento político.
La religión se mantiene viva por la transmisión oral o simple-mente por la imposición ejercida de padres a hijos. La religión hizoy costumbres basadas en una supuesta protección divina hacia los hombres, pero ese sentimiento que una vez fue protección, vida, esperanza y libertad para nuestros mayores, hoy representa destrucción, esclavitud y angustia existencial.
La ignorancia genera debilidad e impotencia frente a hechos de la naturaleza que no se pueden entender o resolver sin previo conocimiento o razonamiento premonitorio. A su vez los pueblos contribuyen a permanecer ignorantes al elegir a los más diestros embaucadores como sus guías "espirituales", en el trajinar de la vida, para que ellos le den respuesta a través de su concepción individual del mundo de lo desconocido. Creando ellos así la idea de seres o un ser creador del universo que a través de ellos se comunica con el mundo material y da la respuesta bajo el mandato de fe.
Sociedades que en el concierto de la evolución de la humanidad fueron la cúspide de la civilización, hoy están estáticas porque sus guías y el pueblo no asumieron el reto de la evolución, el aprendizaje, el descubrimiento y la creación.
El terror es la fuente de poder contra los débiles y al rededor de él se ha construido una cultura que ha permanecido por 

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