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Las doctrinas convencionales son doctrinas del alma. Funcionan sobre la base de que “el alma hay que salvarla”. ¿De qué o de quién? En cambio la liberación del ser es una actitud libertaria del cuerpo, los sentidos e intelecto. El cuerpo es finalmente el que siente y padece las necesidades humanas y el que reclama remedios eficaces y oportunos. Esta no es una filosofía de represión. Al contrario, es para hombres y mujeres que se sientan libres o que aspiren a emanciparse de todo tutelaje. Satisfacer sus sentidos, es decir, el intelecto, que es lo importante, porque él es la parte esencial de la existencia. El intelecto y la mente son un manantial de todas las cosas ignotas. Y hay que llegar a conocerlos  para encontrarse a sí mismo.

 

En fin. Mucho podría decirse respecto a esta filosofía, que es a la vez una actitud que se impone en el mundo civilizado y cuyas bases son el amor a quien lo merezca, la inteligencia puesta al servicio del hombre y la búsqueda de, por lo menos, un pequeño lote de felicidad.

 

Al encuentro de todo esto contribuye sin duda el conocimiento minucioso de estos Textos. Léalo a conciencia. Y asimile sus enseñanzas. Podría conducirlo, no al mundo del misterio o metafórico, sino a muchas cosas que usted esta buscando para alcanzar el verdadero sentido de su existencia y su plenitud.

 

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