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rechazar a mis enemigos? Si los acepto, ¿no me pongo a su merced?

 

19 ¿Yo como víctima, puedo “amar” las garras de mi enemigo? ¿Aquellas que me han destrozado o al igual que a un miembro de mi familia?

 

20  Rechaza a tus enemigos con todo tu corazón. Si alguien te abofetea en la mejilla, apártate de Él con orgullo e ignóralo, que el desprecio será tu arma más sagrada.

 

21  El que se aparta con dignidad será respeto sobre todas las esferas de la vida.

 

22  El enfrentamiento solo deja desgaste y ruina.

 

23  Conviértete en el ser más razonable frente a tus adversarios, cuando ellos se alejen lo harán con mucha más sabiduría que simplemente renegar. Así te respetarán en todos los círculo de la vida y tú presencia, tu presencia humana, vivirá, no en el paraíso de lo intangible, sino en la mente y en los corazones de aquellos cuyo respeto has conquistado.

 

24  Si quieres tu libertad, usa la razón en todo momento y sigue tus instintos que a través de ellos alcanzarás la paz y la tranquilidad en todo momento.

 

25  La vida está llena de satisfacciones y pasiones. La muerte es el regreso a la nada. Por lo tanto, sácale el mayor provecho a la vida. AQUÍ Y AHORA sin hacerle

daño a tus semejantes.

 

26  No hay un cielo para glorificar la abstinencia, ni un infierno para expiar los pecados. Es aquí en esta vida donde sentimos nuestras pasiones y sufrimientos. Es aquí en esta vida donde están nuestras oportunidades. Elige cada día y cada hora para vivir plenamente esta vida sin hacer daño a tus semejantes, pues no existe otra vida después de ésta.

 

27  Es el “deseo afectivo” el término más real para definir el amor, cuando lo expresamos hacia las verdaderas relaciones de convivencia humana. El “amor” es simplemente poder compartir y colmar nuestros deseos humanos en la forma más libre posible sin causar daño a quien amamos.

Di a tu corazón: “Yo soy mi protector y redentor”.

 

28  Pues nadie vivirá por mí, mis pasiones y mis angustias, nadie moriré en mi nombre; yo seré quien suba solo al cadalso.

 

29  Detén la marcha de los que te persiguen, apartándose de su camino. Deja que los aprendan y sean juzgados. Deja que aquellos que han provocado tu ruina y deshonor sean lanzados a la confusión y al olvido, por quienes hacen justicia. Déjalos que sean como paja menuda en medio de un ciclón y después de que ellos hayan caído a lo más profundo de sus miserias, regocíjate de tu salvación.

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