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      Me enoja que el gobierno me haya liberado prematuramente, por causa de mi enfermedad. Esta clase de liberación no me causa placer alguno, pues considero que la enfermedad de un prisionero no ofrece razón alguna para devolverle la libertad.

 

      Me aferro a la India como una criatura al seno materno, porque siento que es ella la que me da el alimento espiritual que necesito. Cuando ese alimento falte, seré como un huérfano. Me retiraré a las soledades del Himalaya, para cobijar ahí mi alma desgarrada.

 

SOY UN IDEALISTA PRÁCTICO

     

      La ley del amor entero -sin excepciones ni restricciones- es la ley de mí ser. Pero no predico esta ley suprema mediante las medidas políticas que preconizo: sería condenarse al fracaso por anticipado. No sería razonable esperar que las masas obedezcan actualmente esta ley... No soy un visionario: sólo pretendo ser un idealista práctico.

     

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      La moralidad es la base de todas las cosas, y la verdad es la sustancia de toda moralidad.

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      No comparto la idea de que en la tierra hay o habrá una única religión. Por eso, lucho para descubrir un factor común y también para inducir la tolerancia mutua.

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      La purificación de sí mismo, aunque no parezca ofrecer alguna realidad palpable, es el medio más poderoso para reformular nuestro entorno y superar los escollos más pesados.

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      Este proceso de purificación obra de un modo sutil, invisible. Pese a su aparente lentitud, a menudo fatigosa, es el medio por excelencia, el más directo, el más seguro y el más corto para alcanzar la liberación. Jamás se realizarán bastantes esfuerzos para lograrla. Pero como punto de partida debe haber una fe inquebrantable como una roca.

 

EL ERROR Y LA HERMANDAD

     

      Un error no se convierte en verdad como resultado de la propagación multiplicada, y tampoco la verdad se vuelve un error porque nadie la percibe.

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      Cuando veo a un hombre cayendo en el error o hundiéndose en el vicio, me digo que eso también me pasó a mí no hace demasiado tiempo. Por eso mismo, me siento hermano de todos los hombres y, para ser feliz, tengo la necesidad de ver feliz hasta al más pequeño de mis semejantes.

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      La vida solitaria que llevé en África del Sur tanto como jefe de familia, abogado, reformador social o político requería para el debido cumplimiento de estos deberes una estricta regulación de la vida sexual y una rígida práctica de la no violencia y la verdad en las

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