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ninguna grieta por donde mirar y los que están a cargo de la planificación no pueden establecer ningún plan realizable.

 

La victoria sobre multitudes mediante formaciones precisas debe ser desconocida par las multitudes. Todo el mundo conoce la forma mediante la que resultó vencedor, pero nadie conoce la forma mediante la que aseguró la victoria.

 

En consecuencia, la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma continuamente.

 

Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las estrategias previas para obtener la victoria. Para lograrla, puedo adaptarme desde el principio a cualquier formación que los adversarios puedan adoptar.

 

Las formaciones son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia abajo; la naturaleza de los ejércitos es evitar lo lleno y atacar lo vacío; el flujo del agua está determinado par la tierra; la victoria viene determinada por el adversario.

 

Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo. 

 

 CAPITULO VII

Sobre el enfrentamiento directo e indirecto

 

La regla ordinaria para el uso del ejército es que el mando del ejército reciba órdenes de las autoridades civiles y después reúne y concentra a las tropas, acuartelándolas juntas. Nada es más difícil que la lucha armada.

 

Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más arduo del mundo.

 

La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas.

 

Mientras que das la apariencia de estar muy lejos, empiezas tu camino y llegas antes que el enemigo.

 

Por lo tanto, haces que su ruta sea larga, atrayéndole con la esperanza de ganar. Cuando emprendes la marcha después que los otros y llegas antes que ellos, conoces la estrategia de hacer que las distancias sean cercanas.

 

Sírvete de una unidad especial para engañar al enemigo atrayéndole a una falsa persecución, haciéndole creer que el grueso de tus fuerzas está muy lejos; entonces, lanzas una fuerza de ataque sorpresa que llega antes, aunque emprendió el camino después.

 

Por consiguiente, la lucha armada puede ser provechosa y puede ser peligrosa.

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