saciar tu gula en ello?
“Tus pies atropelladores pisotearon estas tierras que una vez fueron tan
fértiles hasta reducirlas a polvo estéril. Mis ovejas, que antes pacían
flores y producían leche abundante, roen ahora cardos que las dejan flacas y
secas.
“Ten temor de Dios, Historia, y no me aflijas más. Tu sola presencia me ha
llevado a detestar la vida y la crueldad de tu hoz me hizo amar a la Muerte.
“Deja que en mi soledad apure la copa de la amargura, mi mejor vino. Vete,
Historia, al Occidente, donde se celebra la fiesta de matrimonio de la vida.
Deja que aquí lamente el desamparo en que me has dejado.
Escondiendo la hoz entre los pliegues de su vestidura, la Historia la miró
como un padre amante a su hijo y dijo:
-Oh Siria, lo que he tomado de ti eran mis propios dones. Debes saber que
las naciones hermanas tienen derecho a parte de la gloria que era tuya. Debo
darles lo que te di. Tu condición es como la de Egipto, Persia o Grecia,
porque todas ellas tienen rebaños flacos y pastos secos. Oh Siria, lo que
llamas degradación es un sueño indispensable del que sacarás fuerzas. La
flor vuelve a la vida a través de la
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muerte y el amor no florece sino después de la separación.
El anciano se acercó a la doncella, le extendió la mano y dijo:
-Estrecha mi mano, Hija de los Profetas.
Y ella estrechó su mano y lo miró desde atrás de un velo de lágrimas y dijo:
-Adiós, Historia, adiós.
-Hasta que nos volvamos a encontrar, Siria -respondió él-, hasta que nos
volvamos a encontrar.
Y el anciano desapareció como repentino relámpago, y la pastora llamó a sus
ovejas y retomó su camino diciendo para sí misma: “¿Habrá realmente otro
encuentro?”
EL ANIMAL SILENCIOSO
En la mirada del animal silencioso hay un discurso que sólo el alma del
sabio puede comprender verdaderamente.
un poeta indio
En el crepúsculo de un hermoso día, cuando la fantasía se apodera de mi
mente, pasé por el borde de la ciudad y me detuve ante las ruinas de una
casa abandonada, de la que sólo quedaban las piedras. |
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