La naturaleza humana no es ni buena ni mala. Según esto, la bondad o
malicia de los hombres es algo posterior a la propia naturaleza humana en su
origen. Si el hombre posee la capacidad de obrar, es necesario que poseyera
también una norma para dirigir sus actos.
Si el supremo bien del hombre consistiera en conservar la vida, no
haría otra cosa que dedicarse a descubrir y practicar todo aquello que
pudiera prolongarla. Si el más temible mal del hombre fuera la muerte,
investigaría y practicaría todo lo que pudiera alejar o evitarle este mal.
Hay cosas que amamos más que la vida, así como hay otras más temibles que la
muerte; éste es un sentimiento común a todos los hombres.
El camino recto es como una ancha avenida; no es difícil encontrarlo
cuando se busca, pero los hombres no se esfuerzan por descubrirlo.
Cuando el sabio toma una determinación, es imposible que el pueblo
penetre en los verdaderos motivos de la misma. Cuando un príncipe se ve
rodeado por hombres perversos, aduladores y servirles, ¿Acaso puede gobernar
con acierto y eficacia?
Cuando el Cielo quiere conferir a alguien una difícil misión, antes
pone a prueba la fortaleza de su ánimo y el equilibrio de su mente con las
dificultades de una vida dura; fatiga sus músculos y todo su cuerpo con
rudos trabajos, que ponen a prueba su resistencia; mortifica su carne y su
piel con los rigores del hambre y del frío; les somete a las mayores
privaciones de la miseria; determina que no tengan
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éxito en sus empresas para que se enfrenten con el fracaso.
De este modo, el cielo estimula sus virtudes, fortalece su cuerpo y les hace
aptos para afrontar las dificultades con que tropezarán en el cumplimiento
de su alta misión. La dificultad es lo que más estimula al hombre a vencer
sus deficiencias y superarlas.
Sólo cuando se han padecido toda clase de privaciones y trabajos, sólo
cuando se ha visto el rostro de la miseria, sólo entonces es posible conocer
a fondo la naturaleza humana.
El hombre cumple la voluntad del Cielo cuando se esfuerza en
perfeccionarse a sí mismo.
Si buscáis encontraréis, si sois negligentes lo perderéis todo. El que
busca lo que está en su interior lo descubrirá y lo alcanzará; el éxito de
esta búsqueda es seguro, una ley invariable garantiza la adquisición de lo
que se busca. Si, por el contrario, buscamos lo que está fuera que nosotros,
todos los esfuerzos resultarán infructuosos.
El origen de todas las acciones se encuentra en el interior de nuestro
ser. Si reflexionando sobre nuestros propios actos descubrimos que son
conformes con nuestra naturaleza racional, experimentaremos la más intensa
satisfacción.
El hombre no puede dejar de arrepentirse de sus faltas. Si una sola
vez se arrepiente de no haberse arrepentido de sus faltas, ya no volverá a
tener motivos de arrepentimiento.
El pueblo no valora el mérito de un buen gobernante. El
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