MANIFIESTO
AZU
"el
hombre infinito"
NYC. Enero 26-1971
El hombre es un creador, no importa donde esté
en el universo. Su mente trasciende las barreras de lo imaginable, sin
importar espacio‑tiempo. Las cosas que vemos y palpamos, están ahí, no solo
por el hecho de ser sino por que estamos presentes y hacemos parte de ese
todo. Si miramos en cualquier dirección, somos el centro del universo y
hacemos parte de él, por eso cuando el hombre piensa, se convierte en un
creador.
El canto de un pájaro, la belleza y el aroma
de una flor, el conjunto de la naturaleza, más sus habitantes. Ese mundo
simple y uniforme, frágil e impredecible, el espacio sideral, todo ello
surge con el entendimiento del hombre, que al final es quien le da el toque
real al conjunto de las cosas. Igual que el frío viento al bebe cuando nace.
No somos simple naturaleza, ni transeúntes, ni genios, somos seres que
venimos como energía de la nada y que hoy razonamos como primates y que
vamos hacia la energía vital. El hombre en esencia es el todo, aquí y en
todos los confines donde haya intelecto y razón. El ser pensante es igual en
el universo, no importa su aspecto o apariencia física, es la energía vital
la que lo diferencia de las demás cosa inertes. El hombre está consigo en el
universo, lleno de todas las posibilidades, es el conquistador y el creador
de
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nuevos mundos. Esta a las puertas de lo eterno;
es su intelecto fuente de toda energía en el manantial de las cosas ignotas
en el fluir de la corriente de lo eterno. El hombre es la unidad del todo:
es el hombre infinito, irremediablemente.
Tenemos los sentidos y nos comunicamos a través de la palabra y
de hechos físicos.
Dejamos huellas de nuestra evolución en la memoria de nuestros genes y de
tiempo en tiempo saltamos un peldaño más en la escala de nuestra evolución.
La palabra rompió el silencio de nuestra mente y fortaleció nuestra
comunicación e intelecto. De ella nos servimos hasta que la energía más
sutil abra las puertas al lenguaje de los sentidos. Evolucionamos con la
palabra y la ejecutamos con el malabarismo de nuestro pensamiento para
develar la incógnita del ¿por qué? de las cosas.
Nada está oculto, nada está negado al intelecto del humano, el hombre tiene
la inteligencia e imaginación para explorar el macrocosmos, pues él está a
nuestra merced.
El temor a los dogmas, al fundamentalismo y a evolucionar con la naturaleza,
han cerrado todas las posibilidades que el ser ha tenido para avanzar en el
conocimiento de lo desconocido. Las falsas creencias amparadas bajo la
ignorancia han desviado el razonar de tantos pensadores que han conducido a
la humanidad en los últimos milenios por el camino del desacierto.
Desafiemos la ignorancia prodigando conocimiento y enterrando todos los
mitos nacidos de una fe teológica, para que así nazca dentro de nosotros la
vida en plenitud y alcancemos ser el hombre infinito. |
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