XIV
No dejes que nadie manche tu nombre, él es sagrado, ni tampoco hagas nada
para mancharlo, recuerda que solo hay una vida para vivir, que lo que se
ensucie en esta, sucio quedar y por más que se muera no se podrá
desmanchar.
XV
Ama la vida con toda tu pasión, vive plenamente cada segundo de ella sin
causarte daño, pues no tendrás posibilidad de otra vida después de ésta.
XVI
Nuestros pensamientos están llenos de deseos y pasiones al igual que de una
gran expectación de la vida, pero reprimimos y condenamos nuestros actos
porque creemos que son pecaminosos. La realidad es que nuestra vida va tras
la satisfacción de los sentidos en concordancia con la existencia.
XVII
Dejemos que la libertad habite en nuestra vida para que ella alcance su más
alta gratificación en armonía con la naturaleza. No le neguemos a nuestros
sentidos las necesidades que ellos reclaman como un derecho natural. La vida
es única y es la que vivimos ahora y cada día en mayor o menor grado. De
ella dependemos para que nuestra conciencia viva en su |
más completa vitalidad y armonía con el mundo que nos rodea.
XVIII
Miramos con curiosidad a nuestro alrededor, observamos a nuestros
semejantes, pero actuamos como si nos protegiéramos de nosotros mismos,
tememos ser honestos y expresar nuestros deseos a aquellos que nos gustan o
nos atraen y vivimos reprimiendo nuestros instintos humanos. ¿No es más
sencillo tomar de la vida lo que ella nos ofrece y vivir en plenitud?
XIX
Vivimos como prisioneros de la vida, porque ignoramos que la vida es el
sentido de la libertad.
XX
Juzgamos e racionalizamos cada acto, creyendo que así ejercemos una actitud
de superioridad frente a nosotros mismos y de esta forma nos sentimos dueños
de nuestro destino. Pero es más superior aquel que vive en concordancia con
sus necesidades vitales sin condenarse por sus actos naturales.
|
 |