Honra a la vida primero y luego a ti
porque eres el sentido de la existencia.
Reverencia a tus progenitores,
y también aquellos que han cuidado de ti:
Respétate ante todo tus promesas, y
cumple así con estos principios fundamentales.
Respeta luego a tus hijos y a tus parientes más cercanos.
Y hazte amigo de aquellos que sobresalen en sabiduría.
Escucha las palabras inteligentes
y no rechaces los actos provechosos.
No deseches a un amigo por actuar tontamente contra ti.
Guarda estos principios como algo natural,
como algo que brota de tu intelecto y que están presentes.
Mantente alerta a cumplir con ellos,
pero sin descuidar de tus obligaciones personales,
ante todo aquellas que son referentes a tu salud y bienestar.
Jamás actúes en forma vergonzosa
así no tendrás que arrepentirte de tus acciones frente a los demás,
ni hagas a solas actos que luego te arrepientas.
Recuerda que el respeto a ti mismo es la ley más sagrada.
Se justo y ejercita la justicia, en palabras y obras,
y razona todo acto para que no actúes sin razón.
Recuerda que sólo hay una vida,
y que en ésta es donde se purgan nuestras acciones
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