Un Viaje con un solo Boleto
 

              

 

 

 

Un Viaje con un solo Boleto

 

 Por Zahur Klemath Zapata

Cada vez que voy a emprender un viaje las cosas comienzan ha tomar forma en mi mente como si me desprendiera de todo lo que va a quedar atrás. Nunca he sido apegado a las cosas materiales y quizás por eso he tenido que cuidarme de aquellos que todo lo quieren. Cuando se viaja, siempre hay que estar liviano de peso y saber escoger las cosas realmente útiles. Aunque muchas cosas útiles se encuentran en todas partes menos en los desiertos o en las montañas. Viajar de por si es una aventura y jamás uno sabe que va a pasar durante ese viaje. Además todo depende de la edad que se tiene al hacerlo. Cuanto más mayor se es, se cree que se tiene mayor experiencia, pero todo es relativo entre un viaje turístico y un viaje a la aventura donde todo es posible o nada pasa.

 

Un viaje al medio oriente, Asia o África son cosas diferentes que un viaje por Europa o América Latina. Todos creemos que el mundo es igual en todas partes, una cosa es occidente y la otra el resto del mundo. Los occidentales tendemos a creer que todo es igual en todas partes y que las costumbres son muy parecidas y que se puede hacer y hablar igual aquí que allá. No es así. Occidente es un puñado de personas que creen que son dueñas de todo el mundo. Pero allende a Occidente existe otro mundo que desconoce las cosas más normales que para los de occidente son pan de cada día. En el otro mundo hay más de cuatro mil millones de habitantes que viven otra problemática social diferente a occidente y con otras necesidades económicas. Los valores sobre la vida y la muerte van en otra dirección al igual que sus días, semanas, meses y años ya que corren bajo otros calendarios que se ajustan a su conocimiento sobre el universo.

 

Los valores sobre las horas son diferentes y sus placeres se ajustan a otra idiosincrasia que galopa sobre otros ideales que están representados en una espiritualidad que no tiene nada que ver con el cristianismo, el judaísmo o el mahometanismo, que al fin y al cabo son las mismas contadas en diferente forma.

 

Dios no es el mismo. Dios y el mas allá esta imaginado no como un mas allá sino como un presente que se renueva y esta presente en la imaginación de sus creyentes. La vida es permanente y no llega a su fin sino que se trasforma al igual que una oruga se convierte en mariposa para fecundizar todo lo que toca.

 

Ese mundo allende de nuestras fronteras contiene otras verdades y otras razones que lo hacen mover como un solo organismo. A veces cuando tratamos de escrutar en su interior solo vemos bandadas de aves que remontan los espacios no como si quisieran huir sino para obligarnos a mirar a las alturas.

 

Hay tantos en todas partes venidos de esas tierras que en silencio hacen su trabajo y se mimetizan entre los bosques como si fueran otros árboles que ya están plantados desde tiempos inmemorables.

 

Creemos que lo sabemos todo y que tenemos las leyes que se ajustan al orden de la naturaleza. Pero cada código, dogmas y leyes son solo bosquejos del verdadero sentido de la existencia. El mundo que habitamos es solo un lago flotando en un desierto inconmensurable como si fuera un isla en la que sólo sus habitantes la reconocen como propia.

Viajar con un solo boleto nos da la posibilidad de poder regresar por diferente camino pero cargados de miles de respuestas a las preguntas que jamás nos habríamos podido hacer.

 

En Navidad alguien me hablaba como si ésta fuera universal y yo lo mire y le dije; Navidad es solo una fiesta para pocos invitados porque el resto del planeta ni siquiera sabe que haya existido ese niño Dios que tanto veneran. Para ellos no es relevante si sí o no haya nacido, es algo que no tiene importancia. Son otros valores y otras costumbres.

 

            No hemos viajado aún, solo hemos ido al cine a divertirse y saturarnos de violencia y amores fracasados y a tratar de divertirnos con las desgracias de los demás. Porque vivimos pretendiendo alcanzar un algo que esta más allá de nuestras posibilidades humanas, pero luchamos por llegar allá y comprobar que todo el esfuerzo que hemos hecho sólo ha servido para que otros, nuestros bien amados, puedan alcanzar lo que no estuvo a nuestro alcance. Por cada muerto hay alguien que recoge sus cenizas y de ellas logra sobrevivir un poco más.

 

            En ese viaje de un solo boleto podemos entender que aun estamos reptando y luchando para poder subirnos al primer árbol para poder divisar la distancia que nos falta recorrer.

 

 

 

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