Nacimiento del hombre infinito
 

              

 

 

 

NACIMIENTO DEL HOMBRE INFINITO

 Por Zahur Klemath Zapata

En el cosmos infinito habita un ser atrapado en su propia existencia. Él reconoce que su existencia es el drama que vive todo ser que tiene conciencia de su propia energía. En ese estado del no tiempo habita como una fuerza que emerge de sí mismo y se transforma creando el universo como un huracán que depende de su inteligencia. Su conciencia no transgrede las leyes que mantienen en funcionamiento las cosas que habitan en la materia oscura. Él  sabe que no esta sólo, que igual que él hay otros buscando la respuesta a los interrogantes que surgen de nuevas existencias. Cuando explora, se siente solo y se ve así mismo como el Hombre Infinito. Él ahora quiere buscar un camino para establecer su morada, pero siempre se encuentra con una barrera que le impide atravesar y que siempre explota cuanto quiere iniciar su búsqueda. Es así como aparece un bello planeta que le llena de esperanza. Este mundo en el que el Hombre Infinito quiere aterrizar y desea iniciar un ciclo que abrirá otras posibilidades a la existencia de su energía. Será otra Odisea que nacerá de sus entrañas y no rivalizará con él. Allí descansará y cuando se sienta nuevamente con deseos de elevar el vuelo, escapará a nuevos horizontes. 

 

Hay tanta energía en ebullición que se dispara en todas direcciones, pero con la llegada de esta nueva fuerza, todo comienza a disiparse y los mares a surgir de las entrañas de la tierra para alcanzar sus alturas. Todo es tan rico en componentes que las mismas energías comienzan a generar sus propias polaridades y a establecer leyes que regirán el comportamiento de los elementos. Así nace la vida trayendo con si la memoria que hará que todo evolucione y aparezcan nuevas vidas sobre la faz de la tierra. Recordar es la capacidad de almacenar hechos sucedidos en la existencia. Por eso los elementos nacidos de la energía pueden continuar su desarrollo y deambular por el cosmos como seres vivientes sin interferir en los demás habitantes del universo.

 

         Cada pulsación es una nueva vida que aparece sobre la faz de la tierra y se va expandiendo por todo el orbe como parte integral de esa nueva existencia. Cada unidad es una partícula que se va desplazando en una constante evolución que va dejando su rastro en cada nueva célula que nace como una cadena interminable de información. Los sonidos brotan y se van volviendo melodías en los recién nacidos oídos que comienzan a separar los sonidos de una lengua incipiente que comunica los sentimientos de cada especie. Aparece la luz para toda aquella naturaleza que brota en la superficie de la tierra y los ojos comienzan a mostrar el camino que habrán de recorrer para alcanzar las fronteras donde esta lo que andan buscando. Ya se puede distinguir entre dos extremos que advierten entre seguir o detenerse en esa búsqueda de la excelencia.

 

         Todo esta ahí, sólo falta amalgamar las sustancias para que se inicie una nueva existencia que navegará sobre la superficie del orbe y se yergue como un árbol y esparza sus frutos para que de sus semillas nazcan otras especies que reinaran sobra la tierra y el universo. Esa energía esta ahí irradiando con la misma intensidad pero consiente de su existencia y evolucionando con más velocidad que la fuerza centrifuga del universo. El Hombre Infinito nace como una respuesta a esa aglomeración de energías que están esparcidas y que tocan todo cuanto existe. Cada ser es él, porque al igual que él entiende el por qué de las cosas y nada nace de nada que no haya existido. No hay porque sorprenderse, ni porque establecer mitos sobre algo que nace de la misma naturaleza, si ella es la conductora de este concierto maravilloso que es el universo y en que habitamos como conciencia de él.

 

New York, diciembre 27 del 1993

 

 

 

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